'Don Jon', el debut de Joseph Gordon-Levitt tras las cámaras

por Carlos P. Llop (@carlospllop)




Que Joseph Gordon-Levitt, uno de los actores más prometedores de la nueva generación, debute tras las cámaras no deja a nadie indiferente. Además de poseer un buen repertorio de personajes a sus espaldas, hace alarde de un carisma que muchas veces recuerda al del gran Bruce Willis (con el que coprotagonizó ‘Looper’ en 2012). En ‘Don Jon’ firma un guión entretenido y con el que logra aumentar las expectativas puestas en su figura.

El filme convence con su buen arranque, con mucho ritmo y una estructura basada en la repetición correctamente utilizada que, aunque bien es cierto que puede acabar siendo cargante hacia el tramo final de la película, ayuda a dotarlo de cierto dinamismo. Se mantiene en su avance gracias a los intentos del estadounidense por salirse un poco de lo establecido en las típicas comedias románticas de Hollywood, a las que incluso se atreve a criticar, aunque de forma más sutil de lo que nos gustaría.

Se nos presenta a Jon interpretado por un Joseph Gordon-Levitt que muestra un impactante cambio de físico. No mal penséis, es todo a base de machacadas en el gimnasio y claritas de huevo, siguiendo la escuela de Christian Bale. Jon es un joven Don Juan que se dedica a hacer culto al cuerpo y a salir de fiesta con sus amigos, fumarse algunos canutos y ligarse cada noche a una chica distinta en la discoteca. De familia religiosa, en la que cada uno de sus miembros rebosa del carácter necesario para fraguar una divertida comedia. Destacan sobre todo los encuentros entre Jon y su padre (Tony Danza) entre los que podremos disfrutar de algunos de los momentos más divertidos de la historia. Aprovechando la premisa familiar, el joven director finaliza una serie de sketches eclesiásticos con otra buena pincelada crítica elaborada con finura y buen gusto a los compadres de la sotana. 

Hasta aquí todo podría encajar más o menos dentro de lo “normal” en lo que a comedietas románticas Hollywoodienses se refiere... sin embargo, Levitt introduce hábilmente la premisa del porno a través de un personaje que asegura preferir el onanismo diario al sexo real, aunque este se de con las mejores bellezas que uno se pueda imaginar. Todo va a cambiar para él cuando conozca a Bárbara (interpretada por una imponente Scarlet Johansson) una chica que no soporta la idea de tener un novio que vea porno. Johansson brilla tanto en su papel que logra incluso que acabemos odiando a su personaje, una joven que mezcla tintes de pijerío y de choni machista. Sus, a priori, aires de recatada quedarán rápidamente olvidados tras la impactante escena en la que restriega su trasero contra Jon hasta que éste llega al orgasmo (todo ello sin quitarse la ropa).  Ups, creo que se ha spoileado un poco...

Levitt completa el triángulo amoroso con Esther (Julianne Moore), un personaje que podría haber dado mucho más de si. Cuando ella entra en escena parece que vaya a aportarle a nuestro protagonista la chispa necesaria para reafirmar su personalidad y potenciar, con ello, esa distinción con la que parecía perfilarse el filme. Sin embargo,  todo ello se disuelve con la introducción de una parte dramática que seguramente esté de más en esta comedia. Sobraba Joseph, sobraba... Sería esta la derrapada del debutante  en una interesante obra al querer rizar demasiado el rizo. Nos reiteramos en que quizá cuando todo apuntaba a que nos iba a sorprender desarrollando sus ideas más rompedoras se nos devuelve al cauce de lo más académico. No podemos olvidarnos de donde viene el filme y las restricciones que todo ello conlleva. Con más motivo, pues, hemos de señalar el trabajo de su director y sin duda recomendamos el visionado de la que es, probablemente, una de las mejores comedias estadounidenses que se pueden ver últimamente. Si bien es cierto que la competencia lo pone todo bastante fácil, con permiso del maestro Woody Allen.






No hay comentarios:

Publicar un comentario